
23 de abril: Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor
El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su Conferencia General de 1995. La fecha elegida responde a que, en 1616, coincidieron los fallecimientos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, exponentes clave de la literatura universal.
Entre los motivos sobresalientes para la declaración, la UNESCO señala que “el libro ha sido, históricamente, el elemento más poderoso de difusión del conocimiento y el medio más eficaz para su conservación” y que “toda iniciativa que promueva su divulgación redundará oportunamente no sólo en el enriquecimiento cultural de cuantos tengan acceso a él, sino en el máximo desarrollo de las sensibilidades colectivas respecto de los acervos culturales mundiales y la inspiración de comportamientos de entendimiento, tolerancia y diálogo”.
La celebración tiene como objetivo principal alentar a que las personas se vuelquen a la lectura y descubran la importancia del libro para la sociedad y el progreso.
También busca fomentar la industria editorial y establecer la importancia de los derechos de autor, fundamentales para que quienes creen obras obtengan su reconocimiento y reciban los beneficios económicos correspondientes.
¿Qué son los derechos de autor?
El Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, adoptado en 1886, protege las obras y los derechos de los autores. Ofrece a los creadores (autores, músicos, poetas, pintores, etc.) los medios para controlar quién usa sus obras y de qué manera lo hace.
Los derechos de autor se aplican a obras de diversos ámbitos, como la literatura, la ciencia, la música, el arte y la educación, entre otros, y son esenciales para reconocer el esfuerzo intelectual y creativo que un autor ha plasmado en su obra. Son mecanismos legales destinados a preservar los intereses morales de los creadores y a garantizar sus derechos a obtener los beneficios económicos derivados de la obra, además de contribuir a un entorno cultural rico y diverso.
La evolución del libro a través de la historia
Según los historiadores, la forma de escritura más antigua conocida es la cuneiforme, que desarrollaron los sumerios en la antigua región mesopotámica entre los años 3500 y 3000 a. C. Se utilizaban tablillas de arcilla sobre las que se hacían marcas en ambas caras mientras ese material estaba blando y luego se cocían al sol o en hornos.
La escritura continúa en Egipto, donde se empieza a utilizar la tinta y el papiro —obtenido de una planta acuática y con características similares a las del papel—, que posteriormente se exportó a todo el Mediterráneo, especialmente a Grecia y Roma.
Más tarde, el pergamino comienza a reemplazar al papiro, ya que podía doblarse sin romperse y resistir mejor la humedad. Es aquí donde encontramos el formato más similar al libro que conocemos hoy en día: el códice, es decir, cuadernos con tapas formados por hojas de pergamino rectangulares dobladas por la mitad, unas dentro de otras, y luego cosidas en su doblez. Sin embargo, el pergamino era un material costoso y escaso, por estar hecho con piel de animal.
En China se utilizaba para escribir el bambú o la seda, entre otros materiales, hasta que en el año 105 d. C. Cai Lun, director de los talleres imperiales de Luoyang, creó el papel con fibras vegetales empapadas y luego prensadas y secadas.
Con la imprenta moderna, creada por Johannes Gutenberg en 1440, se inicia la expansión de la escritura y la producción masiva de textos. Gutenberg desarrolló una moderna técnica de impresión con tipos móviles que imitaban la escritura de un manuscrito. Se considera que el primer libro impreso de la historia es la biblia de Gutenberg, de 42 líneas.
Con la llegada de la Revolución Industrial y los avances tecnológicos, así como el aumento de la alfabetización, se torna posible llegar a un público mucho más amplio y a diversificar los temas de las publicaciones, destinadas no solo a informar sino también a entretener.
Ya en el siglo XX se inventan nuevos soportes, como el microfilm y la microficha, los soportes magnéticos, como las cintas de casete o vídeo, y los soportes ópticos (CD, CD-ROM, DVD, etc.), aunque es con la llegada de Internet a finales del siglo XX que se da un cambio radical: el nacimiento del libro electrónico, con nuevas características propias de esta invención: la interactividad, la accesibilidad y el formato personalizable, entre otras.
Importancia del libro y la lectura para la sociedad
La declaración de esta celebración es también una llamada para que gobiernos, instituciones educativas, bibliotecas, autores y la comunidad en general trabajen en forma conjunta para que el acceso a la lectura sea igualitario y se defiendan los derechos de autor. No olvidemos la importancia de las bibliotecas públicas para la difusión de la lectura y la alfabetización. Son lugares que fomentan la inclusión social, la democratización del acceso a la información y ayudan a reducir la brecha digital.
La lectura iguala y empodera. Promueve el conocimiento y da rienda suelta a la imaginación y el desarrollo cognitivo. Potencia la creatividad, aumenta la atención, permite adquirir nuevo vocabulario y expresiones. Echa a volar nuestra imaginación y nos transporta a infinidad de épocas y lugares.
Al respecto, el 2 de abril se celebra el Día del Libro Infantil y Juvenil en honor al nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, a modo de fomento del amor por la lectura desde una edad temprana. Prueba de ello es la creación de libros con formatos especiales para atraer la atención de niños y jóvenes: variedad de texturas y colores, libros que ofrecen múltiples finales, etc.
El libro educa:
Nos enseña, ayuda a pensar, a que seamos independientes y podamos tomar decisiones por nosotros mismos. Despierta el análisis crítico y la curiosidad por querer saber más.
El libro une y derriba fronteras:
Nos vuelve más humanos y empáticos. Nos sensibiliza y por momentos nos atraviesa con toda su crudeza y verdad. Permite que conozcamos otras realidades, culturas y contextos. Promueve la diversidad cultural y el diálogo intercultural.
El libro es memoria, historia y un lugar para el debate y el diálogo:
La historia no solo es saber qué ocurrió en el pasado, es conocimiento que puede dar lugar al cambio, a que acontecimientos que dañaron a la humanidad no se repitan en el futuro. El ser humano aprende de sus errores, y los libros contribuyen a que la humanidad avance y se perfeccione.
El diálogo, la reflexión y el debate constructivos y racionales son la mejor muestra de una sociedad dispuesta a progresar y lograr lo mejor para sí y para todos sus miembros.
El libro es educación, un derecho humano fundamental para todos y cada uno de nosotros.
El rol del traductor especializado
La formación y la experiencia del traductor especializado son fundamentales para lograr traducciones especializadas completas, precisas y fieles de libros y obras en general.
Particularmente, la traducción de obras literarias precisa de la creatividad del traductor especializado en este campo. Debe recurrir a su conocimiento en materia de matices, frases idiomáticas, localismos y recursos literarios para lograr que su traducción refleje el mismo espíritu que la obra original.
Existen otros escritos con una complejidad mayor que requieren traducciones especializadas, sin errores de interpretación ni ambigüedades. Las patentes de invención y los textos médicos, solo para nombrar algunos, requieren del uso de vocabulario específico y conocimiento sobre la materia, es decir, requieren especialización.
En Najual Traductores & Intérpretes estamos formados y preparados para brindar el servicio de calidad que nuestros clientes necesitan, con la especialización, precisión y confidencialidad que nos caracterizan.