
Preocupaciones sobre los derechos de autor: uso no autorizado de trabajos de traductores que se utilizan para entrenar inteligencia artificial
Con el avance de la inteligencia artificial generativa, la traducción automática ha tenido un enorme progreso. Sin embargo, los traductores sienten que su labor está en peligro y denuncian que sus trabajos se están utilizando para “entrenar” los programas de IA sin su consentimiento. Esto no solo viola sus derechos de autor, sino que también incumple con la normativa europea sobre propiedad intelectual.
Modelos de IA alimentados por trabajo humano
Los sistemas de inteligencia artificial utilizados para hacer traducciones mostraron grandes avances recientemente. Permiten traducir en forma automática con rapidez y eficiencia. La calidad es un componente que también está mejorando en estos procesos, gracias a los modelos de aprendizaje automático y a los grandes volúmenes de datos que se utilizan para entrenar estos sistemas.
Lo controvertido en este aspecto es que, para optimizar la precisión y funcionalidad, estos sistemas utilizan datos tomados de traducciones hechas previamente por traductores humanos. Lo más habitual es que estas traducciones se utilicen sin el consentimiento de sus autores, lo que implica una violación a los derechos de autor y patrimoniales de los traductores. Sin embargo, esto no garantiza la calidad de las traducciones que luego se generarán automáticamente, ya que el traductor humano tradujo en un determinado contexto y tiempo, teniendo en cuenta factores culturales, preferencias del cliente y características específicas del proyecto, entre otros factores, lo que hace que esa traducción no puede utilizarse de manera indiscriminada cada vez que surjan las mismas palabras. La IA no puede replicar los matices y el espíritu que un traductor aporta a su traducción; siempre se tratará, en definitiva, de traducciones hechas en serie.
Por lo general, los traductores invierten muchos años de su vida formándose y perfeccionándose para brindar un servicio de traducción cada vez más profesional. Sin duda, un avance tecnológico como el mencionado y el método utilizado para alimentar las bases de datos de estos sistemas hace que los traductores se sientan vulnerables y afectados en sus derechos de autor en traducción, lo que infringe las leyes de propiedad intelectual vigentes y genera un gran malestar entre los profesionales en general.
Opinión de traductores y otros profesionales y solución planteada
Los traductores, en especial quienes trabajan en forma independiente, se ven cada vez más afectados por el crecimiento de la inteligencia artificial en su sector. La mejora continua de los sistemas automáticos, gracias a que se alimentan del trabajo hecho por traductores humanos, podría dar lugar al reemplazo de los traductores en determinadas áreas, en especial en lo que se refiere a traducciones de menor complejidad. Sin duda se vería reducida la demanda de servicios de traducción y en los puestos de trabajo. Con el tiempo, la economía de los traductores y el mercado mismo de la traducción se verían perjudicados. Las tarifas por los servicios de traducción podrían disminuir, lo cual ya ocurre cuando se solicitan servicios de posedición, que es ni más ni menos el proceso de mejorar una traducción generada por IA, lo que en definitiva constituye una competencia desleal.
En una encuesta desarrollada en Madrid por Qbo. Investigación y Estrategia con el apoyo de CEDRO en noviembre de 2024 entre más de 9.000 escritores y traductores españoles, el 96,5 % consideró imprescindible que los profesionales den su autorización para el uso de sus obras con el fin de entrenar modelos de inteligencia artificial generativa.
Preocupa al 97 % la pérdida de control sobre los derechos de autor y se señala la falta de transparencia en el uso de las obras para entrenar estos sistemas. Es por eso que el 56 % de los encuestados considera que esto es un motivo para no autorizar ese uso. Sin embargo, la otra mitad analiza la posibilidad de incluir una remuneración por el uso de las obras en modelos de inteligencia artificial. El 50,1 % de los encuestados señala que solo autorizaría el uso de sus obras a cambio de una remuneración adecuada, especialmente si se garantiza la transparencia y solo con fines de entrenamiento. Por último, entre los principales motivos señalados en la encuesta para no autorizar el uso de la IA es que perjudica el valor del trabajo literario y afecta directamente al trabajo cultural.
En otros casos, se ha ido más allá en la protección de los derechos de autor al recurrir a las vías legales, como es el caso de tres grupos comerciales franceses que demandaron a Meta por el uso generalizado de obras protegidas por derechos de autor para entrenar su modelo generativo de IA, en todos los casos sin autorización.
El primero de los grupos, el Sindicato Nacional de Editores, acusó a Meta de “incumplimiento de los derechos de autor y parasitismo”. El segundo, la Unión Nacional de Autores y Compositores, señaló que “la IA que saquea sus obras y patrimonio cultural para entrenarse”. Por último, la Société des Gens de Lettres exigió la eliminación completa de los directorios de datos que Meta generó sin autorización con fines de entrenamiento.
Desafíos para las normas de propiedad intelectual en la era de la IA
La propiedad intelectual, y en particular los derechos de autor, se enfrenta a desafíos significativos en la era digital, especialmente en lo que respecta al uso no autorizado de las obras de los traductores. En Europa, se han sancionado leyes de propiedad intelectual para proteger las creaciones originales, incluidas las traducciones, que son consideradas obras derivadas. Esto otorga a los traductores derechos sobre sus trabajos, permitiéndoles decidir cómo se utilizan y asegurando que reciban una compensación justa por su uso.
No obstante, el auge de la inteligencia artificial ha complicado este panorama. Muchos sistemas de IA recopilan datos de manera masiva para entrenar sus modelos, a menudo sin tener en cuenta los derechos de autor. Ciertas empresas de IA intentan obtener licencias para el uso de datos. Otras utilizan grandes volúmenes de textos disponibles en línea sin tomarse el trabajo de verificar su origen o de obtener los permisos necesarios. Este accionar puede infringir la legislación europea sobre derechos de autor, que establece que las obras no pueden utilizarse sin el expreso consentimiento de los autores, salvo en excepciones claramente definidas.
Cada vez aumenta más la preocupación entre los traductores por el uso no autorizado de sus traducciones para entrenar modelos de IA. Vale aclarar que los perjudicados por esta cuestión no son solo traductores, sino también escritores, artistas y otros creadores de contenido cuyas obras se utilizan sin su debido consentimiento. Esto implica la aparición de riesgos tanto para dichos profesionales como para la calidad de las traducciones generadas por estas tecnologías, ya que como mencionamos anteriormente los modelos de IA pueden no captar matices culturales y demás aspectos importantes sobre el contexto.
A medida que aumente el uso y la precisión de la inteligencia artificial con fines de traducción automática, será necesario que las leyes evolucionen para garantizar el respeto de los derechos de autor, además de adaptar las normas sobre propiedad intelectual a la nueva realidad en beneficio de los traductores y otros creadores de contenido. Esto podría incluir la creación de legislación que exija a las empresas de IA obtener licencias para el uso de obras protegidas y la implementación de un sistema de compensación que beneficie a los creadores.
La colaboración entre profesionales, empresas tecnológicas y responsables políticos será fundamental para encontrar soluciones que respeten tanto los derechos de los creadores como el progreso tecnológico. Solo a través de un enfoque colaborativo se podrá garantizar que la innovación no se produzca a expensas de los derechos de autor, creando un entorno donde tanto la creatividad como la tecnología puedan prosperar.